Temporalidad

I

Silencio en la vida.

Silencio para meditar.

Silencio  para recordar.

Sólo noches calladas hay.

Sólo cantos lejanos hay.

II

El jardín se ha vuelto yermo.

Caminar por las sendas para hallar respuestas.

Vorágine que arrasa,

Sueños que se aplastan.

Gente que se marcha.

III

Miro al cielo,

Noches de desvelo.

¿Qué ha pasado?

La conciencia no se ha manifestado.

IV

Un aire frío se asoma.

Los capullos no eclosionan.

Escucho el agua correr lejana.

Se impone la lentitud de la mañana.

IV

¿Serán los templados días del otoño?

¿Será que mi declinación comienza?

¡Se desmorona el poder de los presagios!

¡Fuera! voces agoreras.

El sol comienza a brillar.

Tórrido Encuentro

I

Bosque del embalse,

Exuberante paisaje,

Verde intenso que aplasta la vista,

Agua tibia que rodea la tierra,

Cielo azul que devora los cuerpos,

Mezcla de sonidos, voces y susurros,

Floresta que cobija.

II

Criaturas que se esconden;

Mágico preludio de la posesión ancestral.

Sudorosos los cuerpos de tanto jugar.

Lecho de yerba fresca,

Intercambio de miradas,

Anuncio de la falsa e infantil reyerta,

Despliegue de posiciones.

III

Energía que hace temblar;

Incrustados los cuerpos en la tierra húmeda,

Bajo la sombra del frondoso apamate,

La exaltación aparece.

Delirio conductor,

Movimiento devastador,

Diversidad en fusión.

IV

Un extraño observa el acoplamiento;

Memorias antiguas envilecen su ser;

Quiere ser el protagonista del tórrido encuentro;

Vana ilusión,

Ira lentificada,

Venganza postergada,

Derrota planteada.

V

El río embravecido se calma.

Los cuerpos alegres descansan;

La atmósfera se relaja;

Los amantes se marchan.

El bosque guarda la intimidad;

El que se oculta espera la proximidad;

Follaje misterioso.

VI

Asiduos encuentros a las orillas del embalse;

Tertulias, risas y amor;

Nada importa en derredor;

Nada remueve la emoción;

El tiempo es sólo una palabra.

Mentes llenas de flores de vivos colores;

Pájaros y mariposas danzan en sus cuerpos.

VII

Aquel furtivo observador se deshilachaba de rencor;

Mente enturbiada de anarquía;

Deseo irrefrenable de poseer a la hembra portentosa;

Reina que surgía en algún remoto rincón de su interior;

Otro varón era su señor;

Espíritu abatido.

VIII

Infausto rostro,

Desierto de la existencia,

Ojos devastados por la gloria ajena,

Manos vacías, Venus ausente

¡Cesa el desaliento!

¡Determinación en avanzada!

¡Destino en construcción!

IX

De la debilidad a la fuerza;

De la estupidez a la inteligencia;

De observador  a poseedor;

El gran varón se derrumbaría;

El sedicente espectador ascendería;

Advenimiento del poder;

Satisfacción anhelada.

X

Tibieza de la tarde;

La doncella y el varón miran nuevamente la arrebolada;

Halcón que se abalanza;

Hombres que pelean, mujer que aguarda

¡Embates, gritos, forcejeos!

No hay espacio para el diálogo;

Follaje en llamas;

Fuerza mal empleada.

XI

La riña ha concluido

El gran varón, corona de laurel;

El exhausto espectador, amargo desenlace.

La doncella para el vencedor.

Cañaverales llenos de amor salvaje;

Calientes los modos;

Profundos los deseos.

Pablo Colina Fonseca.